Objetivo Pueblos Negros
Cada semana con mi cámara al hombro, mi fiel perro, compañero de tantas aventuras por estas montañas y mi hambre por descubrir rincones y paisajes nuevos me pierdo por estos pueblos y su entorno en busca de la fotografía imposible, esa que por muchas que haga me faltará siempre.
Cada día descubro una luz diferente a las anteriores, texturas, incluso olores que desearía plasmar en una fotografía. Busco la Naturaleza en plena efervescencia, a mi paso salen corzos, zorros y aves rapaces o coloridos pajarillos que intento atrapar con mi objetivo a pesar de las dificultades que provoca mi travieso compañero que sale corriendo y ladrando alegremente detrás de cada animal que se mueve por el bosque o entre las jaras ¡Quieto Boss!! le digo en voz baja, pero este ya va corriendo veloz detrás de la pieza que al cabo de un rato de carrera le mirará desafiante desde una distancia segura.
La vegetación que me rodea también es foco de atención de mi cámara, en primavera las fotografías se llenan de color gracias simplemente a las pequeñas flores de intenso colorido, o a los verdes primerizos que cubren el paisaje. Pero sin duda es el otoño, el rey del color en la fotografía.
Subimos fuertes pendientes para poder fotografiar a vista de pájaro los valles y pequeños pueblos que los salpican. Desde lo alto de las montañas, sentimos mejor la inmensidad de la soledad que transmite la Sierra de Ayllón, grandes extensiones de naturaleza sin apenas población, abruptos perfiles escarpados, profundos barrancos labrados por ríos y arroyos.
De las cumbres bajamos a la profundidad de los barrancos en busca del agua. Quiero capturar el movimiento en las cascadas y constantes saltos que se forman. O bien, en los remansos, intento captar la vegetación acuática bajo las transparencias….y también los reflejos que persigo…….buscando…..¡qué se yo!
De regreso a casa me voy encontrando con el ganado que hasta hace no mucho tiempo fue el principal motor de la economía tradicional de la zona. Fotografío las vacas negras como el azabache, sus terneros, las ovejas y sus guardianes, los fieros mastines, consiguiendo fotografiar la amistad imposible entre estos y mi pequeño compañero.
Ya con los pies en tierra, me encuentro con el mundo rural, sus gentes y sus pueblos, y enfoco mi cámara….disparo a los rincones que no por conocidos dejan de atraerme y descubrirme nuevas visiones. Los Pueblos de la Arquitectura Negra están aún por descubrir. Yo lo intento cada día con mi cámara, diferenciar sus matices, ver los diferentes colores del negro que está lleno de azules, tierras, morados. Recovecos escondidos, plazas algo difusas, pequeñas iglesias de bellas espadañas, calles desperdigadas con el encanto del desorden, hermosas ruinas que me muestran su propensión a volver a formar parte de la propia tierra…cada pueblo es diferente de los demás, a pesar de que todos tienen en común la unidad con el entorno natural donde se asientan. Nunca me canso de fotografiarlos y nunca consigo sacar lo que veo, pues siempre es igual pero siempre es diferente.
Desde la Casa Rural Al Viento del Ocejón, agradecemos a Javier, con su compañero de andanzas Boss, todas las fotografías que nos regala. Por eso he tratado de imaginarme y escribir sobre las vivencias de este aficionado a la fotografía y su inseparable perro.
.