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Aguas mil

«Mirar el río hecho de tiempo y agua
y recordar que el tiempo es otro río,
saber que nos perdemos como el río
y que los rostros pasan como el agua» (Jorge Luis Borges)

 

Con las lluvias de primavera y el deshielo de las montañas por la subida de temperaturas se produce en este valle que no es exactamente valle sino sierra y raña un auténtico renacer de los innumerables arroyos, que con los calores del verano, la mayor parte de ellos volverán a dormirse hasta el otoño dejando los cauces secos y los numerosos y variados puentes como meros decorados.

Pero antes las aguas corren ruidosas y revueltas, despertando la  vida, formando  saltos de agua y cascadas en pequeños arroyuelos y ríos que nos vamos a encontrar por cualquiera de las numerosas rutas que podemos hacer en la Sierra del Ocejón y los Pueblos de la Arquitectura Negra. Pararse a mirar o escuchar el ruido que produce el agua de los arroyos, produce sosiego, paz, integración en el paisaje y en la naturaleza.

salto

Los arroyos bajan de la montaña desde los «maneros« donde nacen.  De algunos de estos nos llega el agua que bebemos. Aquí en El Espinar, frente a  la casa rural Al viento del Ocejón, tenemos una pequeña y linda fuente de pizarra cuyo chorro continuo se escucha desde las habitaciones. A esta zona se le llama la «Gavia», porque el agua sobrante de los depósitos, se desborda y viene a parar aquí, hace unos años se canalizó y se hizo esta fuente para alegría de los caminantes que se refrescan antes de continuar por las sendas que les obligarán a bajar y subir algunas pendientes.

Fuente en El Espinar

Fuente en El Espinar

Hay preciosos arroyos serpenteando por toda la sierra. Destacamos algunos más próximos.

Arroyo de la Matilla, muy cerca de Majaelrayo,  porque es un lugar idílico.  El agua que cruza por debajo de la carretera y viene de la junta de varios arroyos, cae en un pequeño salto sobre una poza y luego continúa entre robles. Gracias a la humedad existente, nos encontramos con buenos ejemplares de robles que forman una preciosa galería acompañando al arroyo junto a verdes y extensas praderas que se cubren de flores en primavera,  por este mismo motivo encontramos abundantes cerezos silvestres gracias a una ubicación muy protegida,  el curso del arroyo pasa ahora al lado de un antiguo molino en ruinas hasta que gira a la derecha siendo algo dificultoso seguirlo. Este arroyo, además de la belleza, guarda algunos tesoros botánicos, difíciles de encontrar en este clima.

Arroyo Matillas

Arroyo Matilla

Otra junta, esta vez de ríos, encajada en un paisaje de rocas extraordinario, es la que forman el Jaramilla y el Jarama. El Jaramilla con sus hoces espectaculares en un paisaje agreste y rocoso, pronunciado barranco con una carretera de vértigo que lo cruza por el puente de Corralejo hacia la sierra de El Cardoso.  Una vez unidos ya en el Jarama, pasa por debajo de Matallana, aldea semiabandonada y buena muestra de Arquitectura Negra por la zona de la «Huelga« y bajo el puente recientemente remodelado que une la anterior con Roblelacasa, el río continúa su camino hasta remansarse en el Embalse de El Vado, que da de beber a Madrid y del que no podemos disfrutar mucho en la sierra salvo por la contemplación de su estampa serena.

Embalse de El Vado

Embalse de El Vado

Antes de que el  Jarama se pare momentáneamente  en El Vado, recoge las aguas del arroyo del Soto que forma las Cascadas o Pozas del Aljibe, uno de los lugares más bellos de los alrededores. Se forman al encajonarse el arroyo entre las estrechas paredes de un barranco, que hace que se precipite en tres saltos sobre pozas con forma de aljibe, de ahí el nombre. En primavera el rumor del agua y las vistas que no puedes imaginar hasta que no estás justo delante, nos harán detenernos un buen rato con la mirada clavada sobre el conjunto de rocas, agua y plantas. Cuando la jara florece, otro sentido se une al oído y la vista, el olfato.

Aljibe en primavera

Pozas del Aljibe

Aguas arriba, este mismo arroyo separa los pueblos de Roblelacasa y El Espinar, cruzado por un primoroso  puente de madera y más arriba, a su paso por Campillo de Ranas, recrea otros encantadores lugares.

Así vamos siguiendo algunos de los cursos de agua que acompañan de forma permanente o estacional nuestros paseos por la sierra. Jarama, Jaramilla, Soto, Matilla y otros nombres curiosos como Recorvillo, Rachichuelas (Retichuelas en los mapas), Toreras, La Venta, todos ellos acaban su recorrido de una forma u otra en El Vado.

Desde ahí el Jarama y otros arroyos seguirán modelando los rincones y paisajes de la Ribera, por un lado la Vega  con sus paisajes de cárcavas de rojas arcillas y en el nivel superior , la raña con la importante Reserva Natural de las Lagunas de Puebla Beleña; un paraíso para los amantes de la ornitología. Territorio cercano y que bien  merece un recorrido pausado.

Y cruzando la sierra hacia el norte llegaremos a la cuenca del Sorbe, atravesando el Sonsaz y el hermoso paraje del Lillas, con sus numerosos puentes, ya a las puertas del Hayedo de Tejera Negra. Los ríos Lillas y Sonsaz suman sus aguas al Sorbe. Allí,  nos esperan más sorpresas para otra excursión.

El agua es nuestra protagonista indiscutible y necesaria en el comienzo de la primavera.

brillos en el agua

 

 

Sabinar de Tamajón: el bosque animado

Hubo un tiempo lejano, muy lejano… en que teníamos un clima casi tropical, el mar llegaba hasta Tamajón y por nuestra sierra las aguas discurrían con tanta fuerza que arrastraban a su paso cuarcitas que modelarían la futura sierra en su retirada hasta formar el Valle del Jarama. Hoy, después de varios cambios geológicos importantes, encontramos nuestro actual paisaje, vegetación y clima.

bosque mixto y calizas

Bosque mixto en caliza

En Tamajón se encuentra un Sabinar muy antiguo entre rocas calizas, que tras las huellas dejadas por el agua en tiempos remotos, se tornan en caprichosas y evocadoras formas.

La sabina es un árbol duro y resistente, aguanta el frío, el calor, las heladas y no necesita apenas suelo para vivir, tan solo recibir luz y que no haya otro árbol que le de sombra.

encina

encina

Pasear por lo que también se llama la “Ciudad encantada de Tamajón” es realizar un viaje al pasado. Con un poco de imaginación, nos encontraremos sentados comiéndonos un bocadillo y al mirar las rocas y los preciosos lapiaces, testimonio de otros tiempos, podremos sentir que estamos al borde de una playa de aguas poco profundas. Con suerte podremos encontrar algún fósil marino.

lapiaz

lapiaz

Lo que vemos hoy en Tamajón es realmente un bosque mixto, con encinas,enebros y sabinas  centenarias. A medida que el suelo es más rico, otros árboles van sustituyendo a las sabinas. En este caso son las encinas las que van avanzando. Podríamos decir que el Sabinar de Tamajón se mueve. Según se van desarrollando las encinas, las sabinas se van apartando a otros lugares cercanos donde todavía no hay vegetación arbórea.

Aunque llueve, no hay demasiada agua, esta se va infiltrando poco a poco a través de algunas dolinas y en algunos corredores que podemos distinguir por la vegetación extremadamente húmeda que las rodea con enormes sabinas cubiertas de musgos y líquenes. Y bajo tierra resulta que se está formando un río que sale con fuerza de dentro de la montaña!

Nos encontramos en un sistema kárstico con un laberinto de cuevas, simas y dolinas por donde discurren arroyos bajo la tierra que pisamos.

corredor y cueva con humedad

En este precioso enclave hay rutas señalizadas para caminar o recorrer en bicicleta.

Y en la superficie, nuestro bosque lleno de vida. Aves que nos acompañan con su canto como los carboneros, también zorras o corzos podrán salirnos al paso. Árboles retorcidos a fuerza de sobrevivir cientos de años cuajados de otras formas vegetales….y entre todo esto….en cualquier momento…. sentiremos que alguien nos acompaña en nuestro viaje…bajo las grandes raíces que emergen a la superficie, o quizás detrás de esos troncos que se han unido para abrazarse en un solo árbol, observándonos desde alguna roca…..¿creéis en las hadas, elfos y unicornios…? Si visitáis el Sabinar de Tamajón, es posible que os encontréis con alguno de estos personajes habitantes de los bosques.

sabina con musgo

Pero lo que es seguro, es que siempre observaréis un gran número de especies animales y vegetales, así como la misma Tierra que se reinventa a cada momento en la Naturaleza que nos rodea.

Los colores del Ocejón

 

Estrenamos Blog y nuestra primera entrada tenía que ser sin duda para hablar del Pico Ocejón que  generosamente  nos ha prestado su nombre. Es una de las montañas más emblemáticas de la provincia de Guadalajara y su silueta ya se aprecia desde la capital. Cuando el viajero se acerca a la sierra se muestra diferente, según el día, entre nubes, blanco de nieve o transparente azul.

Ocejón 2

Ya  en  la Sierra del Ocejón, o del Robledal, como también se la conoce, sus colores varían caprichosos, y hasta pareciera que también su silueta  es distinta. Aparece majestuoso por encima del perfil montañoso  que nos rodea al oriente del valle. Desde Aquí la cima se dibuja nítida en forma de cresta de pizarras en compañía del  Ocejoncillo.

Por las cumbres del Ocejón asoma el sol cada mañana, iluminando el amanecer hasta que descubre resplandeciente el monte, con sus infinitos y cambiantes matices minerales y vegetales.

Ocejón 3

Cuando más espléndido luce es, sin duda, en el ocaso, cuando el sol se pone entre las montañas que bordean el oeste, el Pico de San Cristóbal y la Sierra de El Cardoso. Entonces sus reflejos se tornan rosas, anaranjados, rojos… según la hora, la fecha, el tiempo…

ocejón 1

Dejarse embeber por los colores del Ocejón es una actividad nunca repetida, ya que a cada momento nos sorprende con una nueva paleta de colores.

El Ocejón juega, aparece y desaparece entre las nubes, a veces se cubre por completo y otras solo su cima con las caprichosas formas de las nubes a media ladera.  A veces nevado o de ocre de roble en otoño,  verde de primavera con el acento de la gayuba que tapiza las zonas más altas.

Desde cualquier rincón del valle su imponente presencia protectora se deja sentir, silenciosa y serena para admirar en todos sus tonos del casi negro como el  mineral de su entraña  hasta al rojo que engalana nuestros atardeceres.

Ocejón0