Trasmochos en la sierra del Ocejón. Vestigios del pasado

Cómo el hombre transforma la Naturaleza para su supervivencia.

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Los trasmochos son árboles que reciben este nombre por el tipo de poda que reciben. Ésta es muy severa, les corta la copa por arriba, trasmoche o desmoche,  así como una gran parte de las ramas importantes. De esta manera se forma un árbol de anchísimo tronco y enorme copa, por lo que también se llaman árboles de sesteo  ¿y quién sesteaba bajo su amplia copa?….pues el ganado, en especial los que venían de paso desde otras tierras, porque no olvidemos que en tiempos pasados por esta sierra transcurría una importante ruta de trashumancia hacia tierras extremeñas, que volvían a los aires frescos de la sierra en verano. La trashumancia tiene un origen muy antiguo, ya los visigodos la practicaban.

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La importancia de los trasmochos es mucha y en variados aspectos.

Por una parte, nos hablan del pasado, de otra forma de vida que no debemos olvidar, entre otras cosas, por la impronta que han dejado en la fisonomía de la tierra. Lo que vemos es un paisaje totalmente transformado por la mano del hombre, al igual que ocurre con el carboneo. Estos paisajes forman parte de nuestro Patrimonio cultural, además del natural.

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Los trasmochos, suponían la eliminación por tala de los árboles de alrededor hasta dejar ejemplares solitarios y dispersos, lo que facilita también el ensanchamiento de los troncos y copas. Esto creaba tierras de pasto y grandes árboles salpicando el paisaje.

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A su valor etnográfico, tenemos que añadir la importancia ecológica que tienen en la actualidad. Con el paso de los años, al convertirse en árboles centenarios, esos gruesos troncos se han ido abriendo hasta formar oquedades que sirven de refugio para aves, insectos y pequeños mamíferos como jinetas o garduñas. También albergan hongos y líquenes.

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Por si fuera poco,  hay que añadir un valor cultural a estos árboles, venerados por nuestros antepasados. Incluso ahora, en algunos lugares siguen teniendo el mismo grado de  devoción.  Llenos de leyendas, en sus huecos te puedes encontrar algún tipo de ofrenda a la Naturaleza encarnada en estos ancianos ejemplares.

Alrededor de nuestra casa Al Viento del Ocejón, nos vamos a encontrar con grandes robles centenarios aislados o en muy pequeños grupos que van a ser un aliciente más para disfrutar de nuestros paseos.

 

4 roble de mamá

Los robles trasmochados son un ejemplo del aprovechamiento del monte, además de su valor como árboles de sesteo, resultaban de gran importancia para los habitantes de estos pueblos. Las grandes podas se hacían cada 8 o 10 años. De ahí salían enormes cantidades de leña, fundamental para calentar los hogares de la sierra. Los troncos más rectos podían utilizarse para la construcción de las viviendas, aunque en este caso se buscaba más la madera de los robles que formaban masas boscosas.

Otra función muy significativa era el ramoneo para alimentar a los animales de los antiguos pobladores, fundamentalmente cabras. Los árboles con grandes troncos son muy productivos, regeneran muy rápido, echan muchísimas ramas tiernas que sirven de gran alimento para los animales. Como tenían cierta altura, eran los hombres, los que se subían al árbol y arrancaban estas ramas que lanzaban al suelo donde se encontraban los animales dispuestos a darse un festín.

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Existían distintos tipos de podas. Vamos a hablar de dos que podemos apreciar mientras paseamos por los alrededores.

Poda de horca y pendón. Consiste en dejar el tronco principal vertical y cortar todas las ramas menos una lateral. Esta rama se iba engrosando y alargando hasta formar prácticamente un árbol horizontal, perpendicular al principal. En ese tronco salían las ramas utilizadas para el ramoneo. Además esta rama sirve para equilibrar el árbol y que no lo derrumbe el viento, pues se deja en el sentido opuesto al viento más fuerte. Los robles con este tipo de poda tienen una forma muy original, aunque debido al abandono de esta práctica, resulta difícil distinguirlos.

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trasmocho con poda de horca y pendón

La poda en candelabro es más frecuente en nuestro territorio y más fácil de reconocer. Se dejan 3 o 4 ramas repartidas en el tronco, creando enormes copas. Este sería el caso del Roble Hueco de Campillo de Ranas, ¡todo un símbolo!

Porque ya hemos hablado de la importancia de estos árboles en las culturas ancestrales. Alguien me contó en una ocasión, no sé cuánto hay de cierto en esto, que hubo un tiempo en Campillo de Ranas, donde las mujeres llevaban a sus hijos recién nacidos y les metían la cabeza en la oquedad del centenario roble hueco para bendecirlos y atraer la fuerza de la Tierra representada por el magnífico árbol…..y dicen que al abandonar esa costumbre, esa oquedad se ha ido cerrando….una de las muchas leyendas que existen!!

Roble Hueco, en Campillo de Ranas

Roble Hueco, en Campillo de Ranas

Retomamos el papel ecológico de estos árboles, que hace que en muchas zonas, actualmente se estén haciendo estudios y se vuelva a la poda de trasmoche. Ya hemos dicho que debido al ensanchamiento de los troncos se producen grandes huecos que dan cobijo a algunos animales.

Hemos hablado de los insectos. Muy cerca de El Espinar hay un gran roble, al pasar junto a él, el sonido de las abejas zumbando nos llama la atención. Las abejas han hecho una colmena en su interior. Hacia mayo, cuando una colmena está ya muy fuerte, la reina tiene que salir con la mitad de las abejas para formar una nueva colmena, el tronco hueco de un viejo árbol parece un buen sitio para asentarse.

 

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En esta tierra de apicultores, los antiguos habitantes tenían un gran dominio del medio en el que vivían por cuestión de supervivencia. Pues bien, había una forma de sacar la miel de estas colmenas naturales de tronco. Prendían con fuego los excrementos de animales, especialmente de vacas y lo metían dentro del hueco, aprovechando la salida de las abejas para extraer la rica y nutritiva miel, una forma casera de la moderna apicultura.

Otro ejemplo es el uso como refugio de los modestos ratones de campo, con un importantísimo papel en el traslado y dispersión de las bellotas al esconderlas en lugares más o menos lejanos donde brotarán los nuevos árboles. Se ha comprobado que en esta función son más importantes que los arrendajos y otras aves.

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Estos árboles, testigos del pasado, están protegidos en algunas zonas, desgraciadamente no es nuestro caso. Se habla de volver a hacer trasmochos por su alto valor ecológico en las zonas donde no hay bosques cercanos. Aquí, en la zona de Campillo, el suelo se encuentra muy degradado y donde antes había bosques y después pastos, ahora crecen las jaras y  estos viejos árboles van desapareciendo.

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Algún día me gustaría que en Parque Natural Sierra Norte de Guadalajara, como en cualquier otro sitio, pero ya que aquí es donde vivimos, pues como digo, me gustaría ver protegidos y con un panel explicativo, nuestros árboles singulares, como el Roble Hueco de Campillo de Ranas. Se merecen nuestro respeto y cuidado. Nos sirvieron en tiempos remotos,  y ahora sirven para preservar los ecosistemas y como símbolo de biodiversidad.

Roble Hueco

Roble Hueco. Detalle

 

Primavera y colores en la campiña de Guadalajara

 

Extensión de colza

Extensión de colza

Llega la primavera y con ella las lluvias tan esperadas.  En la sierra, ya notamos la cantidad de agua que llevan los arroyos y el verde……que con la lluvia va tomando color de ¡primavera!  fuerte y brillante. A estas alturas todavía vemos algo de nieve en los picos más altos del norte. Tímidamente encontramos alguna florecilla, pero por aquí todavía tendremos que esperar algunos días para la eclosión de colores y olores característicos de esta época.

 

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Extensión de colza

Bajamos un poco a piedemonte y enseguida comienza la campiña. Todo el mundo tiene una idea bucólica de la campiña inglesa, de los campos de lavanda de La Provenza o los viñedos de La Toscana. No pretendo hacer comparaciones, pero en primavera nosotros también disfrutamos del encanto de los campos cultivados.

 

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Os recomendamos que hagáis alguna parada en el camino a la sierra y os deis un paseo entre los campos de colza amarillos, mezclados con los verdes brillantes y los distintos ocres de la tierra, salpicados por almendros y cerezos que crean una gama de colores impresionante que producen la sensación de encontrarnos ante una pintura.

 

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Como no podía ser menos, el Ocejón, se eleva por encima del colorido paisaje, recordándonos que ahí está nuestra casa.

 

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Este es el momento, no dejéis pasar la oportunidad de disfrutar de nuestra campiña, porque Guadalajara es mucho más de lo que vemos al atravesarla por la autovía.

 

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Hoy 22 de abril es el Día de la Tierra, cuidemos de ella

                                                                                                                                                                       ¡Feliz día!

 

Venta de la Vieja. Viajar en invierno

Vamos a hablar un poquito de la Venta de la Vieja, puerta natural que comunica la Raña con Siberia, o lo que es lo mismo, Campillo de Ranas y Majaelrayo, con Cantalojas (algún día hablaremos de” La Raña y Siberia” en una entrada conjunta con nuestros amigos de la casa rural Valdicimbrio).

collado de la Vieja nevado

         Collado de la Vieja nevado

 

De Majaelrayo a Cantalojas va una cañada, y hasta hace un tiempo, cuando venían miles de cabezas de ganado trashumante, al llegar a los pastos de Sonsaz, que están verdes y frescos en pleno verano, se quedaba allí buena parte de la cabaña ganadera venida desde los Montes de Toledo y Sierra Morena.

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caminando hacia el fondo del valle

valle

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Justo al coronar el puerto del collado la Vieja, bajaban por un corto vallecito por el que discurre un arroyo que nace en una turbera y que es todo pasto. En invierno la nieve suele cubrir estos pastos dejando al descubierto sólo el pequeño arroyo de La Vieja que serpentea por estos parajes, entre enebros, pinos y brezos. Los robles irán ganando terreno según nos adentremos en el valle.

Caminando por la nieve

Caminando por la nieve

 

Casi en la junta del arroyo de la Vieja con el Sonsaz, había dos edificios muy importantes: una ermita y una venta de los que quedan las ruinas de pizarra nada más.

Vista  panorámica de la venta y entorno

Vista panorámica de la venta y entorno

 

La ermita de Santa Ana era una ermita sencilla y muy pequeña, pero era un lugar obligado para los trashumantes ya que daban una misa al llegar para dar las gracias por el buen viaje que habían tenido después de casi un mes cruzando media Meseta.

Vista de la ermita de Santa Ana

Vista de los restos de la ermita de Santa Ana

 

Y reza el dicho: Santa Ana bendita, tú que vas sin cabeza ni brazo….y ni los más viejos de estos lugares se acuerdan cómo sigue, pero tenía varias estrofas!

Hoy, de esta ermita no quedan más que los restos de cuatro paredes de pizarra en una hermosa pradera.

La Venta de la Vieja era un lugar de parada y fonda para los ganaderos. Allí hacían noche y tenían comida. De esta venta, quedan también las ruinas con un techo a punto de hundirse del todo. Su futuro, como el de la ermita será volver a formar parte del medio natural en forma de pizarras esparcidas por el suelo.

Venta de la Vieja semiderruida

Venta de la Vieja semiderruida

 

ruinas de la venta de la Vieja

ruinas de la venta de la Vieja

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El paraje del que os hablo es precioso: hay una turbera justo enfrente de las ruinas de estos edificios y un cerezo centenario gigantesco……¡¡el cerezo más grande que hemos visto nunca!!

Turbera

Turbera

Cuántas historias habrá vivido ese cerezo, cuántas siestas de andaluces y extremeños debajo de su copa, cuántas peleas, cuántos amoríos,…

cerezo centenario

cerezo centenario

viejo tronco del cerezo

viejo tronco del cerezo

 

Hasta llegar a la venta el camino es muy bonito, caminando entre pastos hasta el fondo del valle. Según vamos llegando nos quedamos impresionados con el valle del Sonsaz que lo vamos viendo a nuestra izquierda para encontrarse con el arroyo de La Vieja justo detrás de estas construcciones, donde se abre otro espectacular valle, con una gran pared de cuarcita: la Peña del Recuenco que tiene algunos Quercus petraea, además de serbales, mostajos, arces de Montpellier…aunque por estar muy cerca del invierno, apenas podemos distinguirlos.

Peña del Recuenco

Peña del Recuenco

 

Es un lugar tan hermoso que pensamos que se merece una nueva entrada cuando llegue la próxima primavera y podamos hablar de la vegetación que rodea este abandonado paso tan importante en un tiempo para la trashumancia.

Para hacer esta ruta y otras muchas en la Sierra de Ayllón y Sierra Norte de Guadalajara puedes alojarte en nuestra casa rural Al Viento del Ocejón

 

Subir al Ocejón, la montaña mágica

La subida al Ocejón es una excelente ruta en cualquier época del año, pero en otoño es un mirador natural excepcional para admirar el colorido de los bosques de toda la sierra, el marrón anaranjado de los robles, las manchas amarillas a lo lejos de los abedules, el verde perenne de los pinares, los chopos amarillos al fondo de los valles…

Ocejón 3

 

Además la temperatura es probable que la temperatura nos acompañe en los soleados días de otoño. Se puede disfrutar sin el extenuante calor por la subida continua en otras épocas y sin el peligroso hielo del invierno. Aunque subir al amanecer en verano es francamente recomendable.

Comenzamos  en Majaelrayo, uno de los pueblos negros que junto con Campillo de Ranas y sus barrios, son los dos únicos municipios del valle.

Cartel Ocejón

La senda está indicada y nos ponemos en camino,  bien calzados y cómodos, porque vamos a encontrar un desnivel de unos 900 metros en algo menos de 7 kms. Llevaremos agua suficiente ya que no hay fuentes y algo de comer porque cuando lleguemos a la cima, a buen seguro que nos apetecerá dar cuenta de un bocado mientras contemplamos el paisaje.

Desde el comienzo nos ponemos en una ligera cuesta arriba que se va acentuando a medida que caminamos entra jarales. Antes cruzaremos un arroyo por uno de los puentes de pizarra que hay en esta zona.

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Según subimos podemos entretenernos en distinguir los pueblos que vemos salpicados por el valle o llanura que se extiende entre el Ocejón y los profundos valles del Jarama y Jaramilla. Hubo un tiempo en que por ahí corrían con fuerza las aguas, modelando el paisaje hasta formar los ríos actuales.

Veremos  Majaelrayo ,  Robleluengo, Campillo de Ranas, un poco más y ya distinguimos nuestro pueblo, El Espinar. Mas allá aparece el pantano de El Vado. En esta parte de la ruta encontraremos un cruce de caminos, ya que desde todos nuestros pueblos se puede subir al Ocejón.

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El camino gira a la izquierda  para entrar con alivio en un robledal que nos da sombra  durante un tramo importante.  Por aquí, cuando subes por primera vez, te llevas una sorpresa, al mirar hacia la cima tienes la sensación de que el Pico Ocejón es más imponente que desde abajo. Ya vas notando la subida en las piernas y mirando hacia tu meta, te parece que no hubieras ascendido nada, incluso todo lo contrario, ahora es cuando parece que vas a subir una montaña, no te desanimes, has subido y queda menos.

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Por el robledal serpentea un camino que a veces parece que te aleja de tu objetivo girando a derecha y a izquierda….hasta que aparece la luz!! sales del robledal y te encuentras enseguida con un espacio abierto de praderas y rocas. Hay unas peñas que parece que te llamasen para hacer una parada y asomarte a toda la amplitud del paisaje que se abre, ahora también hacia el oeste y norte, mostrando un paisaje de montañas,  Campachuelo, Cabeza de Ranas, San Cristóbal y a lo lejos El Pico del Lobo, estamos en  Peña Bernardo.

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Un buen lugar para tomarse un respiro porque queda lo más duro. La parte buena es que ahora sí ves cercano tu objetivo, aparece imponente pero cercano, primero el Ocejoncillo y a la derecha el Ocejón. Aquí la vegetación va cambiando dejando atrás robles y jaras para convertirse en una vegetación de altitud. El suelo aparece cubierto por un manto de hojas verdes, pequeñas y duras, según la época con flor o con frutos en forma de bayas rojas brillantes, es la gayuba, planta muy apreciada para uso medicinal.

camino del collado de las Perdices

Desde Peña Bernardo hay que continuar caminando por la pradera hacia una estrecha senda que sube hasta un collado, el collado del Hervidero o  Perdices,  a la izquierda del Ocejoncillo. Ha sido un camino intenso de fuerte pendiente. El collado, donde el viento suele azotar con fuerza, comunica las dos laderas del Ocejón, la occidental de donde venimos y la oriental que se une con el camino de Valverde de los Arroyos. Si se intercambian dos coches, es una buena opción como variante bajar después hacia Valverde y hacer el regreso en coche.

hacia el collado

Ya desde aquí uno camina según sus fuerzas, se puede tirar un poco antes hacia la derecha por la cumbre del Ocejoncillo, o se puede pasar el collado y tomar el camino de Valverde. Nosotros cruzamos pero sin bajar del todo, bordeando el Ocejoncillo por las pizarras sueltas intuyendo una senda más o menos clara ¡¡no hay que dar un paso de más!!12

 

vista desde el collado

Finalmente ya sí que coincidimos con el camino de Valverde. Todavía nos queda subir por la cresta pizarrosa donde se han hecho incluso algunos escalones sobre la pizarra para alcanzar la cumbre con el vértice geodésico donde es típico hacer una fotografía que de fe de que fuimos hasta la cima.

Ocejoncillo y Ocejón

Cruzando el collado. A la derecha el Ocejoncillo y más allá el Ocejón

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Ocejoncillo desde el Ocejón

 

Si las nubes no lo impiden, desde allí podremos girar la vista 360º alargándonos kilómetros y kilómetros. Veremos perfectamente El Alto Rey y a lo lejos, si está despejado el Moncayo, toda la Sierra de Ayllón y más allá la Sierra de la Demanda, el Macizo del Lobo-Cebollera, Peñalara, las sierras de El Cardoso y La Puebla,  después ya la campiña y a lo lejos Madrid con sus torres sobresaliendo en el horizonte.

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Es imposible no quedarse un buen rato admirando y asimilando la belleza de todo lo que vemos.

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Llega la hora de bajar, mucho más rápida pero no más suave pues las rodillas se resienten al tener que ir frenando.

Durante el recorrido, posiblemente podamos cruzarnos con algún corzo y al mirar al cielo,  ver el elegante vuelo de algún buitre, águila etc…

Es una ruta accesible para casi todas las personas que les guste caminar, siempre que no se marquen retos ni superen su propio ritmo. El Ocejón es agradecido paro si te tienes que dar la vuelta antes, habrás podido disfrutar de unas vistas espectaculares desde los primeros metros.

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Flores del viento
Flores del viento

Flores del viento

Cuando abrimos nuestra casa rural Al Viento del Ocejón, en los pueblos de la arquitectura negra de Guadalajara, en la sierra del Ocejón, al sur del Macizo de Ayllón, no conocíamos una preciosa flor que se encuentra un poco más al norte, en la zona de Cantalojas.

Pulsatilla rubra

Un amigo nos envió una foto de nuestra flor, “la flor del viento”, hemos tardado demasiado tiempo en poder ir a verla al natural, pero este año nos propusimos que no se nos volviera a pasar el momento y allí nos fuimos el sábado 9 de mayo.  Se trata de la Pulsatilla rubra, de color morado o púrpura. Es propia de climas fríos, zonas de alta montaña y difícil de encontrar por la zona centro y mitad sur de la península. Es de la familia de las ranunculáceas y se llama flor del viento o flor de pascua. Una auténtica rareza por estas latitudes.

flor del viento a punto de abrir

flor del viento a punto de abrir

Es una  de las primeras flores de la primavera tras la retirada de las nieves. La descubrimos en un entorno  de turberas y bosques de pinos, nos resulta sorprendente ver la cantidad de flores  que se reparten por la pradera y lo vistosas que resultan entre los verdes, con los pétalos morados y un estambre amarillo, muy vistoso.  También destaca la vellosidad en el tallo y en la parte externa de los pétalos. Las vemos en todos los estados posibles, desde  casi cerradas  a esplendorosamente abiertas, incluso vemos alguna que ya ha perdido su flor, y que a pesar de ello no pierde su belleza al mostrar una especie de capullo piloso muy suave y agradable al tacto.

flor del viento abierta

flor del viento abierta

Una vez perdida la flor

Una vez perdida la flor

Entorno

Entorno

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Antes de abrir

pilosidad que las protege

Se aprecia la vellosidad que las protege

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Una belleza más que nos podemos encontrar en esta  Sierra de Ayllón, desconocida, sugerente y sorprendente.

 

 

 

Los riscos del Coso, un viaje al pasado

 

enigmática cabeza

enigmática cabeza

 

Una de las rutas más espectaculares de la sierra de Ayllón , es la carretera que une Majaelrayo y  Riaza, por el puerto de la Quesera. Carretera de montaña, estrecha y sinuosa, con subidas y bajadas constantes y con impresionantes vistas de la sierra, sus picos emblemáticos, cordales y collados. Hay abundantes cambios de vegetación, desde encinas, arces de montpelier, serbal de cazadores , pinos silvestres,  hayas y toda la corte de plantas que acompaña a estos árboles.

En uno de los tramos acompañamos durante unos kilómetros al arroyo Veguillas que va al encuentro del Jaramilla.  Ahí nos sorprenderá un espectáculo natural: Los riscos del Coso.

riscos del Coso desde el río

riscos del Coso desde el río

Son picachos con formas extrañas que nos hacen volar la imaginación encontrando figuras de  cabezas, caras de seres ancestrales. Ya que por aquí tenemos la llamada “muralla china” ¿por qué no un “Moai” de la isla de Pascua?

Estas formaciones rocosas que están a unos 1200 metros de altitud junto al arroyo Veguillas, forman barrancos que bajan  desde cotas más altas donde se puede encontrar  vegetación de zonas más frías y de mayor altitud. Hay Quercus petrea, un roble de zonas de montaña, algunas hayas y turberas en las zonas elevadas. Incluso el agua que corre por el lado de la carretera procede de esas turberas y podemos encontrar plantas de ese ecosistema.

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Vista de barranco desde lo alto

 

 

 

 

 

 

 

 

Pero nos quedamos admirando el paisaje y preguntándonos de donde han salido esas formas extrañas, qué son esas rocas, de donde proceden. Son rocas muy antiguas y tienen una historia que me hace estremecer solo al pensar que es la historia del suelo que pisamos en la actualidad.

Para  no perderme me voy a mi naturalista y geólogo de cabecera, mi amigo Joaquín Castelo que pacientemente siempre trata de saciar mi curiosidad y ¡más difícil! que lo entienda.

Hace millones de años había una enorme cordillera, que iba desde los actuales Apalaches hasta el lugar donde ahora se encuentra el Himalaya, con montañas altísimos de 7000 y 8000 metros. Era la cordillera Hercínica o Varisca. Esa cordillera sufrió una gran erosión y después quedó sumergida bajo las aguas del mar, a unos 4000 o 5000 metros. En las profundidades del mar sufrieron un proceso de transformación, convirtiéndose en rocas metamórficas: pizarras, más blandas y fáciles de romperse y cuarcitas, mucho más duras. Pero la Tierra de nuevo se reinventó con la orogenia Alpina y estas montañas volvieron a elevarse sobre el nivel del mar, de ahí el actual relieve de la sierra de Ayllón, con montañas mucho más modestas en altura que la antigua cordillera.

Eje norte sur de de estas antiguas cuarcitas

Eje norte sur del antiguo pliegue fracturado

Pues bien, los riscos del Coso son parte de una alineación de cuarcitas armoricanas (material de la antigua cordillera hercínica) que cruza la comarca de norte a sur. Forman parte de un antiguo pliegue de la cordillera varisca fracturado por la orogenia alpina, donde el hielo se introdujo por los grandes escarpes verticales haciendo de escultor de esas caras, rompiendo la roca hasta formar grandes monolitos que encontramos a ambos lados de la carretera durante todo el tramo por el Veguillas. Toda la cuenca del Veguillas y sus afluentes conforma uno de los rincones más enigmáticos y más bellos del Macizo de Ayllón.

Ambos lados del arroyo Veguillas

Ambos lados del arroyo Veguillas

Esta alineación de cuarcitas comienza en la Ermita de Hontanares, en Riofrío de Riaza, cruza la Quesera y delimitando el curso del Jaramilla, continúa hacia el sur por los cerros del Águila, la Cabeza de Cabida y el San Cristóbal. Este último lo tenemos siempre a la vista desde aquí, en la depresión que se forma en Campillo de Ranas y El Espinar, y que también se levanta sobre sedimentos de la antigua cordillera. De manera que las caras de la Isla de Pascua Ayllonenses o del Coso y nuestro San Cristóbal  son parte de la misma formación.

esculturas naturales

esculturas naturales

Estas antiguas formaciones rocosas han visto durante millones de años como se transformaba el paisaje lentamente junto a diferentes formas de vida que han ido pasando. Hasta que un día apareció una especie que se denominó  a sí misma sapiens sapiens, que ya es arrogancia!! Por primera vez, una especie viva alteró a una rapidez desconocida hasta ese momento, los paisajes de la Tierra.

Este año 2015, los muy antiguos y venerables riscos del Coso, asistirán a un evento totalmente desconocido que agrupará más seres humanos de los que hayan pasado por aquellos parajes en millones de años. La vuelta ciclista a España pasará a sus pies. Será un buen momento para disfrutar de un hábitat generalmente solitario y descubrir las maravillas del mundo natural, concediéndoles el debido respeto que se merecen estas esculturas naturales que nos hablan de un tiempo glorioso para Gaia, nuestro planeta, que un día fue divinizado por los primitivos humanos y hoy es, en demasiadas ocasiones, masacrado.

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Os esperamos en cualquier época del año y especialmente, este 2015, en septiembre, en la vuelta ciclista que recorrerá los pueblos negros de Guadalajara para cruzar la sierra hasta Riaza.

 

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Los pueblos negros se visten de blanco

Atravesamos lo más crudo del invierno, la sierra se cubre de blanco y sobre los pueblos negros cae también la nieve. El Ocejón luce espléndido con lo que nuestra amiga Yolanda, llama su mantilla blanca.

El Espinar nevado

El Espinar nevado

La nieve nos deja preciosas imágenes. En estos días las redes sociales se inundan de fotografías que tanto pobladores como visitantes no paramos de hacer. Pueblos, arroyos, montañas y ríos trasladan a los habitantes de la ciudad la belleza de las nevadas.

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Los habitantes de la sierra disfrutamos de bellos paisajes y también de algunos problemas bastante serios en ocasiones. Vivir en lugares con una baja densidad de población provoca sufrir el abandono de Administraciones y grandes empresas que se deberían ocupar de que no faltasen los servicios mínimos.

Sin embargo esta situación tiene que tener alguna virtud que nos engancha y hace que no se repita el éxodo rural hacia las ciudades que tuvo lugar hace unos años

carámbanos de hielo sobre las fachadas

carámbanos de hielo sobre las fachadas

Vivir en plena naturaleza a veces es duro pero enseña a ver la vida de una manera diferente. El hombre siempre se ha empeñado en dominar y transformar la naturaleza. Sólo en algunas culturas y en el caso de Occidente, algunas personas, intentan aprender para poder convivir con ella. Lo natural no siempre es amable, y a veces, es implacable. Nosotros somos una parte de esa Naturaleza, no sus dominadores. Si cambias el curso de un río, lo retienes o construyes tu vivienda por donde antes discurría el agua, puede que no pase nada, o puede que un día la naturaleza impetuosa y obstinada vuelva a sus orígenes, destruyendo todos los obstáculos a su paso.

hielo y agua

hielo y agua

Por eso te haces consciente de tu vulnerabilidad ante cualquier fenómeno atmosférico que se desate con cierta fuerza. Sin llegar a la inconsciencia, es agradable pasear entre un bosque bajo la lluvia o la nieve, escuchando el sonido del viento, tus pisadas en la nieve, los diferentes sonidos que te llegan y no conoces, solos tú y la Tierra.

bosque en invierno

bosque en invierno

Esta sensación de pequeñez ante los fenómenos naturales, lejos de hacerte huir a zonas más seguras y predecibles, te arraigan cada día un poco más a la tierra en su estado más primario.

paisaje helador

paisaje helador

Aquí podemos apreciar claramente las diferentes estaciones del año sin mirar el calendario, según la llegada de las aves y sus cantos, las diferentes etapas de las plantas, los olores, los colores….

Herrerillo en el comedero

Herrerillo en el comedero

Entre enero y febrero tenemos las temperaturas más bajas. La nieve nos visita con más persistencia. El sol de invierno con su luz fuerte y dura nos regala días preciosos de temperaturas engañosas y un fenómeno que da frío solo por verlo pero que siempre nos maravilla, la cencellada, donde el hielo cubre de escarcha las plantas y el paisaje que adquiere un aspecto mágico y helador.

cencellada

cencellada

 

cencellada

cencellada

centellada

centellada

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El invierno es una magnífica época para viajar y disfrutar de la Naturaleza casi en soledad….sólo apto para personas humildes y sensibles ante la grandeza de las experiencias de lo natural.

Caminando hacia la primavera

Caminando hacia la primavera

Monasterio de Bonaval. Si las piedras hablaran

Comencemos el 2015 describiendo una ruta donde la Cultura, el Arte y la Naturaleza se compaginan de forma maravillosa. Enclavado en un lugar inmejorable, muy cerca del Jarama y con un hermoso bosque de ribera encontramos el Monasterio de Santa María de Bonaval, desgraciadamente en ruinas por la dejadez y abandono de las  Administraciones, esos entes incapaces de percibir la belleza y las huellas de la cultura que habla de nuestro pasado. Parece que acaban de comenzar algunos trabajos de mantenimiento ¡Ojalá sea cierto!

Monasterio Cisterciense de Bonaval

Monasterio Cisterciense de Bonaval

Volvamos a las románticas y bellas ruinas que todavía se mantienen en pie del que parece que fue el Monasterio cisterciense más meridional de Europa.

El primitivo monasterio se fundó en el año 1164 debido al deseo de Alfonso VIII de Castilla de repoblar la zona conquistada a los musulmanes y de reforzar con otros monasterios su presencia en la comarca. La primera orden que lo habitó fue la de San Bernardo, los llamados monjes blancos. En los primeros años sólo disfrutaron del usufructo, hasta 1175 en que el Rey les concedió la propiedad absoluta. A partir de esa fecha el monasterio fue creciendo ampliando el edificio y aumentando sus tierras gracias a las importantes donaciones que recibía.

ventana

Fueron varios  siglos de esplendor y poderío  hasta que comenzó el declive, perdiendo privilegios, dejando de ser Abadía y  quedando bajo la jurisdicción de la Orden de Monte Sión de Toledo casi como un retiro para los monjes ancianos.

Llegó la época de las desamortizaciones, pasando a particulares, volviendo de nuevo  al Císter, hasta que en 1844 pasó definitivamente a manos  privadas.  Ahí llegó la sentencia de muerte de Bonaval.

Interior

Interior

Se perdieron las obras de arte, archivos, libros y joyas que guardaba el monasterio. Fue pasando por diversos propietarios hasta el momento actual en que es propiedad de numerosas personas lo que hizo imposible su mantenimiento. En este momento, tras una intensa lucha ciudadana por salvar Bonaval, parece que hay esperanzas de que sea público y al menos, se mantenga y se cuide lo que queda de esta joya que sigue siendo de un valor incalculable.

Reivindicación para salvar Bonaval

Reivindicación para salvar Bonaval

Y a pesar del estado de ruina y abandono, lo poco que se conserva dejará una impresión imborrable en el viajero que se acerque. De claro estilo cisterciense, entre el  Románico y el Gótico.  Destaca la fachada sur con una gran ventana a modo de rosetón. La puerta de entrada al templo es también de arco apuntado con columnas a los lados y capiteles con ornamentación vegetal. Al lado se alza una torre que nos habla de un pasado poderoso a la que se sube por una escalera de caracol. Todo forma un conjunto estilizado con hermosos ventanales y arcos apuntados.

Bonaval

Hoy, todo este conjunto lo vemos desde una verja de seguridad que rodea el perímetro del templo ante el riesgo de derrumbe. Mantenemos la esperanza de que gracias a las Plataformas que se han creado para salvar este y otros monumentos abandonados en la provincia de Guadalajara, un día no muy lejano, podamos admirar este templo y recrearnos en su interior, al que ahora no se puede acceder con total seguridad.

Es uno de los rincones mágicos que abundan en las solitarias tierras de la Sierra Norte de Guadalajara. No resulta difícil dejarse llevar por evocaciones de otros tiempos y otras gentes que vivieron en ese lugar. El lugar da pie al gusto de relatar historias y leyendas.

Escalera de caracol que sube a la torre

Escalera de caracol que sube a la torre

Reloj de sol

Reloj de sol

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El monasterio está construido con sillares de piedra caliza, el material más abundante en sus alrededores, para extraer la piedra no tenían que irse muy lejos, en un camino un poco más alto del que conduce al monasterio se pueden encontrar restos de la cantera de la que se extrajo la piedra.

piedra de la cantera

piedra de la cantera

Después de disfrutar de Bonaval y el precioso enclave donde se asienta, es muy recomendable aprovechar y realizar otra ruta cercana. Para ello hay que tomar la senda que sale a la izquierda un poco antes de llegar al Monasterio y hacer un recorrido por las Hoces del Jarama. En los espectaculares farallones de los cortados calizos podremos observar rapaces rupícolas. Siguiendo el curso del río llegaremos hasta el puente medieval de Valdesotos, en perfecto estado de conservación.

Buitres en las Hoces del Jarama

Buitres en las Hoces del Jarama

En este recorrido, recomendable en cualquier época del año pero especialmente en la primavera de aguas abundantes y el colorido otoño, nos acompañarán en distintos tramos robles melojos, quejigos, enebros, arces de montpelier, chopos y hasta olivos.

Vegetación y rocas

Vegetación y rocas

La Tierra de Ayllón

«Hubo un tiempo en el cual la Tierra de Ayllón se encontraba toda cubierta de bosques.

Orión, el gran cazador, se paseaba por sus dominios en compañía de un oso, un lobo y un buitre. Porque Orión a pesar de su fortaleza, sólo cazaba lo necesario para comer y para eso se enfrentaba a sus presas de igual a igual. Siempre que mataba una presa subía a dar las gracias a la Montaña Sagrada de Ayllón.

Montaña sagrada del Alto Rey

Montaña sagrada del Alto Rey

 

Entonces comenzó la Edad de los Hombres. No respetaron esta Tierra, no solo cazaban para comer, disfrutaban matando, incluso entre ellos mismos.  No respetaban las plantas ni los animales. Entonces Orión abandonó esta Tierra en busca de los cielos. Desde allí arriba protege a su amada Tierra de Ayllón y trata de contrarrestar el voraz apetito destructivo de la raza de los Hombres.

 

Sus inseparables amigos, el oso, el lobo y el buitre se convirtieron en montañas y formaron un triángulo mágico dentro del cual todos los animales y todas las plantas se sienten seguros.

Lobo por la Tierra de Ayllón

Lobo por la Tierra de Ayllón?

 

Buitre

Buitre en el cielo del Macizo de Ayllón

Miles de años después, justo en el solar donde antes se encontraba la morada de Orión y sus fieles amigos, deciden construir el Palacio del Viento….…¿casualidad?…….evidentemente… NO!!! «

Palacio del Viento Casa rural Al Viento del Ocejón

Palacio del Viento
Casa rural Al Viento del Ocejón

 

 

 

 

Esta bonita historia nos la ha regalado nuestro buen amigo Joaquín Castelo, que además de ser un gran naturalista y amante de esta Tierra de Ayllón en la que vive y de la que conoce cada rincón, sabe contarnos estos relatos. Le agradecemos sus historias, las imaginarias y las reales y muchas fotografías que utilizamos, sobre todo las de las montañas.

El triángulo mágico lo forman el Pico del  Lobo al noroeste, el más alto de todos, domina sobre varias tierras y está en el límite de Ayllón.

Pico del Lobo

Pico del Lobo

La Buitrera al norte, domina imponente los bosques húmedos, ahí se encuentra La Tejera Negra con sus bosques de robles, tejos milenarios y espectaculares hayas.

La Buitrera

La Buitrera

Más al sur está nuestra montaña mágica, El Ocejón, donde alguna vez habitaron los osos a los que debe su nombre. Nos protege envolviéndonos en colores.

Pico Ocejón

Pico Ocejón

Vivimos en una llanura compuesta por los sedimentos de  lo que en un día lejano fueron altísimas montañas de hasta de 7000 metros, incluido nuestro querido Ocejón, en un valle colgado entre la Sierra del Ocejón  y el profundo valle del  Jarama.

La montaña sagrada, que lo sigue siendo, es el Alto Rey, un lugar muy especial en la Tierra de Ayllón.

 Alto Rey

Alto Rey

En los días del largo invierno amanecemos viendo la cumbre nevada del Ocejón y entramos en la noche mirando como cruza el cielo el hermoso e imponente Orión. En la lejanía sentimos la presencia del  Lobo , La Buitrera y la sagrada montaña de El Alto Rey.

Cae la noche sobre la Tierra de Ayllón

Cae la noche sobre la Tierra de Ayllón

 

 

Azucenas silvestres en los Pueblos de la Arquitectura Negra de Guadalajara

La Lilium martagon o azucena silvestre es una de las plantas silvestres más espectaculares que podemos encontrar en la Sierra del Ocejón con sus  grandes y vistosas flores de color rosa fuerte con manchas púrpuras.

Pueden alcanzar entre 1 y 1,5m de altura. La planta nace desde un grupo de hojas de forma lanceolada. A medida que crece se forma el tallo del que salen en la parte superior grupos de hojas y  varias flores separadas unas de otras.

Lilium martagon

Lilium martagon

La forma de los pétalos es muy peculiar, curvándose hacia arriba hasta modelar una flor redondeada formando una especie de corona. En el centro cuelgan los estambres y el pistilo anaranjados. Esta disposición de los pétalos y el color les da un atractivo que las hace difícil pasar inadvertidas.

No es el aroma precisamente una cualidad de esta planta, sus flores desprenden un olor algo desagradable que atrae a las moscas, encargadas de su polinización.

La Lilium martagon es una planta eurosiberiana. Necesita lugares frescos y húmedos,  pero si tiene agua en abundancia se la puede encontrar en laderas soleadas. Aparece en zonas montanas, en los bordes de bosques de robles, hayas y pino albar.

Bosques frescos y húmedos

Bosques frescos y húmedos

En este lado de la sierra es muy escasa, pero ha conseguido mantenerse y asentarse en algunos lugares entre bosques húmedos de robles.

Al no ser terreno apropiado para disfrutar de las preciosas flores de algunos megaforbios (comunidades de plantas herbáceas de talla elevada con abundantes  y grandes hojas que les dan un aspecto exuberante, se desarrollan en terrenos preferentemente frescos, sombríos y húmedos, las podemos encontrar en la Sierra de Ayllón aunque en zonas más septentrionales) las recibimos como un auténtico regalo del verano.

Florecen en julio. Desde  junio nos adentramos en sus dominios, buscando y esperando con ilusión el momento de la floración, las seguimos casi día a día en su crecimiento, desde que descubrimos las primeras hojas hasta que se aparecen los capullos y finalmente se abre la maravillosa flor. Por su escasez, cada año las contamos para ver la variación en el número de ejemplares.

El principal riesgo para esta planta es la recolección, que está totalmente prohibida, y la más natural desaparición por el paso de ganado o de otros animales de la fauna silvestre.

Si sales a caminar y tienes la suerte de encontrarlas, aunque te tiente, piensa que las flores silvestres donde lucen más esplendorosas es en su medio. Puedes emocionarte observando su belleza y la del entorno,  pero no la arranques, se marchitará rápidamente.  Hay preciosas azucenas cultivadas para la ornamentación de jardines o ramos de flores con deliciosos aromas.

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Respeta las plantas para que vuelvan a repetir su asombrosa explosión de luz y color cada año.