Venta de la Vieja. Viajar en invierno

Vamos a hablar un poquito de la Venta de la Vieja, puerta natural que comunica la Raña con Siberia, o lo que es lo mismo, Campillo de Ranas y Majaelrayo, con Cantalojas (algún día hablaremos de” La Raña y Siberia” en una entrada conjunta con nuestros amigos de la casa rural Valdicimbrio).

collado de la Vieja nevado

         Collado de la Vieja nevado

 

De Majaelrayo a Cantalojas va una cañada, y hasta hace un tiempo, cuando venían miles de cabezas de ganado trashumante, al llegar a los pastos de Sonsaz, que están verdes y frescos en pleno verano, se quedaba allí buena parte de la cabaña ganadera venida desde los Montes de Toledo y Sierra Morena.

valle

caminando hacia el fondo del valle

valle

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Justo al coronar el puerto del collado la Vieja, bajaban por un corto vallecito por el que discurre un arroyo que nace en una turbera y que es todo pasto. En invierno la nieve suele cubrir estos pastos dejando al descubierto sólo el pequeño arroyo de La Vieja que serpentea por estos parajes, entre enebros, pinos y brezos. Los robles irán ganando terreno según nos adentremos en el valle.

Caminando por la nieve

Caminando por la nieve

 

Casi en la junta del arroyo de la Vieja con el Sonsaz, había dos edificios muy importantes: una ermita y una venta de los que quedan las ruinas de pizarra nada más.

Vista  panorámica de la venta y entorno

Vista panorámica de la venta y entorno

 

La ermita de Santa Ana era una ermita sencilla y muy pequeña, pero era un lugar obligado para los trashumantes ya que daban una misa al llegar para dar las gracias por el buen viaje que habían tenido después de casi un mes cruzando media Meseta.

Vista de la ermita de Santa Ana

Vista de los restos de la ermita de Santa Ana

 

Y reza el dicho: Santa Ana bendita, tú que vas sin cabeza ni brazo….y ni los más viejos de estos lugares se acuerdan cómo sigue, pero tenía varias estrofas!

Hoy, de esta ermita no quedan más que los restos de cuatro paredes de pizarra en una hermosa pradera.

La Venta de la Vieja era un lugar de parada y fonda para los ganaderos. Allí hacían noche y tenían comida. De esta venta, quedan también las ruinas con un techo a punto de hundirse del todo. Su futuro, como el de la ermita será volver a formar parte del medio natural en forma de pizarras esparcidas por el suelo.

Venta de la Vieja semiderruida

Venta de la Vieja semiderruida

 

ruinas de la venta de la Vieja

ruinas de la venta de la Vieja

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El paraje del que os hablo es precioso: hay una turbera justo enfrente de las ruinas de estos edificios y un cerezo centenario gigantesco……¡¡el cerezo más grande que hemos visto nunca!!

Turbera

Turbera

Cuántas historias habrá vivido ese cerezo, cuántas siestas de andaluces y extremeños debajo de su copa, cuántas peleas, cuántos amoríos,…

cerezo centenario

cerezo centenario

viejo tronco del cerezo

viejo tronco del cerezo

 

Hasta llegar a la venta el camino es muy bonito, caminando entre pastos hasta el fondo del valle. Según vamos llegando nos quedamos impresionados con el valle del Sonsaz que lo vamos viendo a nuestra izquierda para encontrarse con el arroyo de La Vieja justo detrás de estas construcciones, donde se abre otro espectacular valle, con una gran pared de cuarcita: la Peña del Recuenco que tiene algunos Quercus petraea, además de serbales, mostajos, arces de Montpellier…aunque por estar muy cerca del invierno, apenas podemos distinguirlos.

Peña del Recuenco

Peña del Recuenco

 

Es un lugar tan hermoso que pensamos que se merece una nueva entrada cuando llegue la próxima primavera y podamos hablar de la vegetación que rodea este abandonado paso tan importante en un tiempo para la trashumancia.

Para hacer esta ruta y otras muchas en la Sierra de Ayllón y Sierra Norte de Guadalajara puedes alojarte en nuestra casa rural Al Viento del Ocejón

 

Flores del viento
Flores del viento

Flores del viento

Cuando abrimos nuestra casa rural Al Viento del Ocejón, en los pueblos de la arquitectura negra de Guadalajara, en la sierra del Ocejón, al sur del Macizo de Ayllón, no conocíamos una preciosa flor que se encuentra un poco más al norte, en la zona de Cantalojas.

Pulsatilla rubra

Un amigo nos envió una foto de nuestra flor, “la flor del viento”, hemos tardado demasiado tiempo en poder ir a verla al natural, pero este año nos propusimos que no se nos volviera a pasar el momento y allí nos fuimos el sábado 9 de mayo.  Se trata de la Pulsatilla rubra, de color morado o púrpura. Es propia de climas fríos, zonas de alta montaña y difícil de encontrar por la zona centro y mitad sur de la península. Es de la familia de las ranunculáceas y se llama flor del viento o flor de pascua. Una auténtica rareza por estas latitudes.

flor del viento a punto de abrir

flor del viento a punto de abrir

Es una  de las primeras flores de la primavera tras la retirada de las nieves. La descubrimos en un entorno  de turberas y bosques de pinos, nos resulta sorprendente ver la cantidad de flores  que se reparten por la pradera y lo vistosas que resultan entre los verdes, con los pétalos morados y un estambre amarillo, muy vistoso.  También destaca la vellosidad en el tallo y en la parte externa de los pétalos. Las vemos en todos los estados posibles, desde  casi cerradas  a esplendorosamente abiertas, incluso vemos alguna que ya ha perdido su flor, y que a pesar de ello no pierde su belleza al mostrar una especie de capullo piloso muy suave y agradable al tacto.

flor del viento abierta

flor del viento abierta

Una vez perdida la flor

Una vez perdida la flor

Entorno

Entorno

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Antes de abrir

pilosidad que las protege

Se aprecia la vellosidad que las protege

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Una belleza más que nos podemos encontrar en esta  Sierra de Ayllón, desconocida, sugerente y sorprendente.

 

 

 

Los riscos del Coso, un viaje al pasado

 

enigmática cabeza

enigmática cabeza

 

Una de las rutas más espectaculares de la sierra de Ayllón , es la carretera que une Majaelrayo y  Riaza, por el puerto de la Quesera. Carretera de montaña, estrecha y sinuosa, con subidas y bajadas constantes y con impresionantes vistas de la sierra, sus picos emblemáticos, cordales y collados. Hay abundantes cambios de vegetación, desde encinas, arces de montpelier, serbal de cazadores , pinos silvestres,  hayas y toda la corte de plantas que acompaña a estos árboles.

En uno de los tramos acompañamos durante unos kilómetros al arroyo Veguillas que va al encuentro del Jaramilla.  Ahí nos sorprenderá un espectáculo natural: Los riscos del Coso.

riscos del Coso desde el río

riscos del Coso desde el río

Son picachos con formas extrañas que nos hacen volar la imaginación encontrando figuras de  cabezas, caras de seres ancestrales. Ya que por aquí tenemos la llamada “muralla china” ¿por qué no un “Moai” de la isla de Pascua?

Estas formaciones rocosas que están a unos 1200 metros de altitud junto al arroyo Veguillas, forman barrancos que bajan  desde cotas más altas donde se puede encontrar  vegetación de zonas más frías y de mayor altitud. Hay Quercus petrea, un roble de zonas de montaña, algunas hayas y turberas en las zonas elevadas. Incluso el agua que corre por el lado de la carretera procede de esas turberas y podemos encontrar plantas de ese ecosistema.

barranco 1

Vista de barranco desde lo alto

 

 

 

 

 

 

 

 

Pero nos quedamos admirando el paisaje y preguntándonos de donde han salido esas formas extrañas, qué son esas rocas, de donde proceden. Son rocas muy antiguas y tienen una historia que me hace estremecer solo al pensar que es la historia del suelo que pisamos en la actualidad.

Para  no perderme me voy a mi naturalista y geólogo de cabecera, mi amigo Joaquín Castelo que pacientemente siempre trata de saciar mi curiosidad y ¡más difícil! que lo entienda.

Hace millones de años había una enorme cordillera, que iba desde los actuales Apalaches hasta el lugar donde ahora se encuentra el Himalaya, con montañas altísimos de 7000 y 8000 metros. Era la cordillera Hercínica o Varisca. Esa cordillera sufrió una gran erosión y después quedó sumergida bajo las aguas del mar, a unos 4000 o 5000 metros. En las profundidades del mar sufrieron un proceso de transformación, convirtiéndose en rocas metamórficas: pizarras, más blandas y fáciles de romperse y cuarcitas, mucho más duras. Pero la Tierra de nuevo se reinventó con la orogenia Alpina y estas montañas volvieron a elevarse sobre el nivel del mar, de ahí el actual relieve de la sierra de Ayllón, con montañas mucho más modestas en altura que la antigua cordillera.

Eje norte sur de de estas antiguas cuarcitas

Eje norte sur del antiguo pliegue fracturado

Pues bien, los riscos del Coso son parte de una alineación de cuarcitas armoricanas (material de la antigua cordillera hercínica) que cruza la comarca de norte a sur. Forman parte de un antiguo pliegue de la cordillera varisca fracturado por la orogenia alpina, donde el hielo se introdujo por los grandes escarpes verticales haciendo de escultor de esas caras, rompiendo la roca hasta formar grandes monolitos que encontramos a ambos lados de la carretera durante todo el tramo por el Veguillas. Toda la cuenca del Veguillas y sus afluentes conforma uno de los rincones más enigmáticos y más bellos del Macizo de Ayllón.

Ambos lados del arroyo Veguillas

Ambos lados del arroyo Veguillas

Esta alineación de cuarcitas comienza en la Ermita de Hontanares, en Riofrío de Riaza, cruza la Quesera y delimitando el curso del Jaramilla, continúa hacia el sur por los cerros del Águila, la Cabeza de Cabida y el San Cristóbal. Este último lo tenemos siempre a la vista desde aquí, en la depresión que se forma en Campillo de Ranas y El Espinar, y que también se levanta sobre sedimentos de la antigua cordillera. De manera que las caras de la Isla de Pascua Ayllonenses o del Coso y nuestro San Cristóbal  son parte de la misma formación.

esculturas naturales

esculturas naturales

Estas antiguas formaciones rocosas han visto durante millones de años como se transformaba el paisaje lentamente junto a diferentes formas de vida que han ido pasando. Hasta que un día apareció una especie que se denominó  a sí misma sapiens sapiens, que ya es arrogancia!! Por primera vez, una especie viva alteró a una rapidez desconocida hasta ese momento, los paisajes de la Tierra.

Este año 2015, los muy antiguos y venerables riscos del Coso, asistirán a un evento totalmente desconocido que agrupará más seres humanos de los que hayan pasado por aquellos parajes en millones de años. La vuelta ciclista a España pasará a sus pies. Será un buen momento para disfrutar de un hábitat generalmente solitario y descubrir las maravillas del mundo natural, concediéndoles el debido respeto que se merecen estas esculturas naturales que nos hablan de un tiempo glorioso para Gaia, nuestro planeta, que un día fue divinizado por los primitivos humanos y hoy es, en demasiadas ocasiones, masacrado.

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Os esperamos en cualquier época del año y especialmente, este 2015, en septiembre, en la vuelta ciclista que recorrerá los pueblos negros de Guadalajara para cruzar la sierra hasta Riaza.

 

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Los pueblos negros se visten de blanco

Atravesamos lo más crudo del invierno, la sierra se cubre de blanco y sobre los pueblos negros cae también la nieve. El Ocejón luce espléndido con lo que nuestra amiga Yolanda, llama su mantilla blanca.

El Espinar nevado

El Espinar nevado

La nieve nos deja preciosas imágenes. En estos días las redes sociales se inundan de fotografías que tanto pobladores como visitantes no paramos de hacer. Pueblos, arroyos, montañas y ríos trasladan a los habitantes de la ciudad la belleza de las nevadas.

era nevada

 

Los habitantes de la sierra disfrutamos de bellos paisajes y también de algunos problemas bastante serios en ocasiones. Vivir en lugares con una baja densidad de población provoca sufrir el abandono de Administraciones y grandes empresas que se deberían ocupar de que no faltasen los servicios mínimos.

Sin embargo esta situación tiene que tener alguna virtud que nos engancha y hace que no se repita el éxodo rural hacia las ciudades que tuvo lugar hace unos años

carámbanos de hielo sobre las fachadas

carámbanos de hielo sobre las fachadas

Vivir en plena naturaleza a veces es duro pero enseña a ver la vida de una manera diferente. El hombre siempre se ha empeñado en dominar y transformar la naturaleza. Sólo en algunas culturas y en el caso de Occidente, algunas personas, intentan aprender para poder convivir con ella. Lo natural no siempre es amable, y a veces, es implacable. Nosotros somos una parte de esa Naturaleza, no sus dominadores. Si cambias el curso de un río, lo retienes o construyes tu vivienda por donde antes discurría el agua, puede que no pase nada, o puede que un día la naturaleza impetuosa y obstinada vuelva a sus orígenes, destruyendo todos los obstáculos a su paso.

hielo y agua

hielo y agua

Por eso te haces consciente de tu vulnerabilidad ante cualquier fenómeno atmosférico que se desate con cierta fuerza. Sin llegar a la inconsciencia, es agradable pasear entre un bosque bajo la lluvia o la nieve, escuchando el sonido del viento, tus pisadas en la nieve, los diferentes sonidos que te llegan y no conoces, solos tú y la Tierra.

bosque en invierno

bosque en invierno

Esta sensación de pequeñez ante los fenómenos naturales, lejos de hacerte huir a zonas más seguras y predecibles, te arraigan cada día un poco más a la tierra en su estado más primario.

paisaje helador

paisaje helador

Aquí podemos apreciar claramente las diferentes estaciones del año sin mirar el calendario, según la llegada de las aves y sus cantos, las diferentes etapas de las plantas, los olores, los colores….

Herrerillo en el comedero

Herrerillo en el comedero

Entre enero y febrero tenemos las temperaturas más bajas. La nieve nos visita con más persistencia. El sol de invierno con su luz fuerte y dura nos regala días preciosos de temperaturas engañosas y un fenómeno que da frío solo por verlo pero que siempre nos maravilla, la cencellada, donde el hielo cubre de escarcha las plantas y el paisaje que adquiere un aspecto mágico y helador.

cencellada

cencellada

 

cencellada

cencellada

centellada

centellada

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El invierno es una magnífica época para viajar y disfrutar de la Naturaleza casi en soledad….sólo apto para personas humildes y sensibles ante la grandeza de las experiencias de lo natural.

Caminando hacia la primavera

Caminando hacia la primavera

Jara en flor. Sierra Norte de Guadalajara

 

FLORES DE JARA

Llega el tiempo de la jara en flor. Los pueblos negros de Guadalajara se cubren de blanco, pero no es nieve, es el manto de jaras y estepas que como cada año florecen destacando con su blancura sobre el verde del campo y las negras pizarras, entre  robles y encinas.

Como todo lo bello, es efímero. Aquí  tienen su momento álgido entre mayo y junio en que las flores lucen en todo su esplendor.

La más abundante y conocida es la jara pringosa (Cistus ladanifer) con sus grandes flores de características manchas color purpúreo en la base de los pétalos, si bien algunas son totalmente blancas.

Los jarales pueden ser muy tupidos, al moverte entre ellos te vas pringando literalmente con las pegajosas hojas. Pero también aparecen mezclados con cantuesos tomillos. Entonces caminar produce una sensación absolutamente relajante con las fragancias desprendidas al roce de las plantas.

jara y cantueso

Es totalmente recomendable venir a la Sierra Norte de Guadalajara en la época de floración. Las vistas, siempre hermosas de la sierra del Ocejón, se acrecientan con el color blanco y el olor de esta humilde planta, propia de terrenos degradados, pero no por eso menos digna de atención, sin olvidar que tiene numerosas propiedades medicinales y de uso en perfumería.

Por eso como cada primavera nos entregamos a su disfrute breve pero intenso.

casa rural y jaras

casa rural «Al Viento del Ocejón» entre jaras

Aguas mil

«Mirar el río hecho de tiempo y agua
y recordar que el tiempo es otro río,
saber que nos perdemos como el río
y que los rostros pasan como el agua» (Jorge Luis Borges)

 

Con las lluvias de primavera y el deshielo de las montañas por la subida de temperaturas se produce en este valle que no es exactamente valle sino sierra y raña un auténtico renacer de los innumerables arroyos, que con los calores del verano, la mayor parte de ellos volverán a dormirse hasta el otoño dejando los cauces secos y los numerosos y variados puentes como meros decorados.

Pero antes las aguas corren ruidosas y revueltas, despertando la  vida, formando  saltos de agua y cascadas en pequeños arroyuelos y ríos que nos vamos a encontrar por cualquiera de las numerosas rutas que podemos hacer en la Sierra del Ocejón y los Pueblos de la Arquitectura Negra. Pararse a mirar o escuchar el ruido que produce el agua de los arroyos, produce sosiego, paz, integración en el paisaje y en la naturaleza.

salto

Los arroyos bajan de la montaña desde los «maneros« donde nacen.  De algunos de estos nos llega el agua que bebemos. Aquí en El Espinar, frente a  la casa rural Al viento del Ocejón, tenemos una pequeña y linda fuente de pizarra cuyo chorro continuo se escucha desde las habitaciones. A esta zona se le llama la «Gavia», porque el agua sobrante de los depósitos, se desborda y viene a parar aquí, hace unos años se canalizó y se hizo esta fuente para alegría de los caminantes que se refrescan antes de continuar por las sendas que les obligarán a bajar y subir algunas pendientes.

Fuente en El Espinar

Fuente en El Espinar

Hay preciosos arroyos serpenteando por toda la sierra. Destacamos algunos más próximos.

Arroyo de la Matilla, muy cerca de Majaelrayo,  porque es un lugar idílico.  El agua que cruza por debajo de la carretera y viene de la junta de varios arroyos, cae en un pequeño salto sobre una poza y luego continúa entre robles. Gracias a la humedad existente, nos encontramos con buenos ejemplares de robles que forman una preciosa galería acompañando al arroyo junto a verdes y extensas praderas que se cubren de flores en primavera,  por este mismo motivo encontramos abundantes cerezos silvestres gracias a una ubicación muy protegida,  el curso del arroyo pasa ahora al lado de un antiguo molino en ruinas hasta que gira a la derecha siendo algo dificultoso seguirlo. Este arroyo, además de la belleza, guarda algunos tesoros botánicos, difíciles de encontrar en este clima.

Arroyo Matillas

Arroyo Matilla

Otra junta, esta vez de ríos, encajada en un paisaje de rocas extraordinario, es la que forman el Jaramilla y el Jarama. El Jaramilla con sus hoces espectaculares en un paisaje agreste y rocoso, pronunciado barranco con una carretera de vértigo que lo cruza por el puente de Corralejo hacia la sierra de El Cardoso.  Una vez unidos ya en el Jarama, pasa por debajo de Matallana, aldea semiabandonada y buena muestra de Arquitectura Negra por la zona de la «Huelga« y bajo el puente recientemente remodelado que une la anterior con Roblelacasa, el río continúa su camino hasta remansarse en el Embalse de El Vado, que da de beber a Madrid y del que no podemos disfrutar mucho en la sierra salvo por la contemplación de su estampa serena.

Embalse de El Vado

Embalse de El Vado

Antes de que el  Jarama se pare momentáneamente  en El Vado, recoge las aguas del arroyo del Soto que forma las Cascadas o Pozas del Aljibe, uno de los lugares más bellos de los alrededores. Se forman al encajonarse el arroyo entre las estrechas paredes de un barranco, que hace que se precipite en tres saltos sobre pozas con forma de aljibe, de ahí el nombre. En primavera el rumor del agua y las vistas que no puedes imaginar hasta que no estás justo delante, nos harán detenernos un buen rato con la mirada clavada sobre el conjunto de rocas, agua y plantas. Cuando la jara florece, otro sentido se une al oído y la vista, el olfato.

Aljibe en primavera

Pozas del Aljibe

Aguas arriba, este mismo arroyo separa los pueblos de Roblelacasa y El Espinar, cruzado por un primoroso  puente de madera y más arriba, a su paso por Campillo de Ranas, recrea otros encantadores lugares.

Así vamos siguiendo algunos de los cursos de agua que acompañan de forma permanente o estacional nuestros paseos por la sierra. Jarama, Jaramilla, Soto, Matilla y otros nombres curiosos como Recorvillo, Rachichuelas (Retichuelas en los mapas), Toreras, La Venta, todos ellos acaban su recorrido de una forma u otra en El Vado.

Desde ahí el Jarama y otros arroyos seguirán modelando los rincones y paisajes de la Ribera, por un lado la Vega  con sus paisajes de cárcavas de rojas arcillas y en el nivel superior , la raña con la importante Reserva Natural de las Lagunas de Puebla Beleña; un paraíso para los amantes de la ornitología. Territorio cercano y que bien  merece un recorrido pausado.

Y cruzando la sierra hacia el norte llegaremos a la cuenca del Sorbe, atravesando el Sonsaz y el hermoso paraje del Lillas, con sus numerosos puentes, ya a las puertas del Hayedo de Tejera Negra. Los ríos Lillas y Sonsaz suman sus aguas al Sorbe. Allí,  nos esperan más sorpresas para otra excursión.

El agua es nuestra protagonista indiscutible y necesaria en el comienzo de la primavera.

brillos en el agua

 

 

Sabinar de Tamajón: el bosque animado

Hubo un tiempo lejano, muy lejano… en que teníamos un clima casi tropical, el mar llegaba hasta Tamajón y por nuestra sierra las aguas discurrían con tanta fuerza que arrastraban a su paso cuarcitas que modelarían la futura sierra en su retirada hasta formar el Valle del Jarama. Hoy, después de varios cambios geológicos importantes, encontramos nuestro actual paisaje, vegetación y clima.

bosque mixto y calizas

Bosque mixto en caliza

En Tamajón se encuentra un Sabinar muy antiguo entre rocas calizas, que tras las huellas dejadas por el agua en tiempos remotos, se tornan en caprichosas y evocadoras formas.

La sabina es un árbol duro y resistente, aguanta el frío, el calor, las heladas y no necesita apenas suelo para vivir, tan solo recibir luz y que no haya otro árbol que le de sombra.

encina

encina

Pasear por lo que también se llama la “Ciudad encantada de Tamajón” es realizar un viaje al pasado. Con un poco de imaginación, nos encontraremos sentados comiéndonos un bocadillo y al mirar las rocas y los preciosos lapiaces, testimonio de otros tiempos, podremos sentir que estamos al borde de una playa de aguas poco profundas. Con suerte podremos encontrar algún fósil marino.

lapiaz

lapiaz

Lo que vemos hoy en Tamajón es realmente un bosque mixto, con encinas,enebros y sabinas  centenarias. A medida que el suelo es más rico, otros árboles van sustituyendo a las sabinas. En este caso son las encinas las que van avanzando. Podríamos decir que el Sabinar de Tamajón se mueve. Según se van desarrollando las encinas, las sabinas se van apartando a otros lugares cercanos donde todavía no hay vegetación arbórea.

Aunque llueve, no hay demasiada agua, esta se va infiltrando poco a poco a través de algunas dolinas y en algunos corredores que podemos distinguir por la vegetación extremadamente húmeda que las rodea con enormes sabinas cubiertas de musgos y líquenes. Y bajo tierra resulta que se está formando un río que sale con fuerza de dentro de la montaña!

Nos encontramos en un sistema kárstico con un laberinto de cuevas, simas y dolinas por donde discurren arroyos bajo la tierra que pisamos.

corredor y cueva con humedad

En este precioso enclave hay rutas señalizadas para caminar o recorrer en bicicleta.

Y en la superficie, nuestro bosque lleno de vida. Aves que nos acompañan con su canto como los carboneros, también zorras o corzos podrán salirnos al paso. Árboles retorcidos a fuerza de sobrevivir cientos de años cuajados de otras formas vegetales….y entre todo esto….en cualquier momento…. sentiremos que alguien nos acompaña en nuestro viaje…bajo las grandes raíces que emergen a la superficie, o quizás detrás de esos troncos que se han unido para abrazarse en un solo árbol, observándonos desde alguna roca…..¿creéis en las hadas, elfos y unicornios…? Si visitáis el Sabinar de Tamajón, es posible que os encontréis con alguno de estos personajes habitantes de los bosques.

sabina con musgo

Pero lo que es seguro, es que siempre observaréis un gran número de especies animales y vegetales, así como la misma Tierra que se reinventa a cada momento en la Naturaleza que nos rodea.

Los colores del Ocejón

 

Estrenamos Blog y nuestra primera entrada tenía que ser sin duda para hablar del Pico Ocejón que  generosamente  nos ha prestado su nombre. Es una de las montañas más emblemáticas de la provincia de Guadalajara y su silueta ya se aprecia desde la capital. Cuando el viajero se acerca a la sierra se muestra diferente, según el día, entre nubes, blanco de nieve o transparente azul.

Ocejón 2

Ya  en  la Sierra del Ocejón, o del Robledal, como también se la conoce, sus colores varían caprichosos, y hasta pareciera que también su silueta  es distinta. Aparece majestuoso por encima del perfil montañoso  que nos rodea al oriente del valle. Desde Aquí la cima se dibuja nítida en forma de cresta de pizarras en compañía del  Ocejoncillo.

Por las cumbres del Ocejón asoma el sol cada mañana, iluminando el amanecer hasta que descubre resplandeciente el monte, con sus infinitos y cambiantes matices minerales y vegetales.

Ocejón 3

Cuando más espléndido luce es, sin duda, en el ocaso, cuando el sol se pone entre las montañas que bordean el oeste, el Pico de San Cristóbal y la Sierra de El Cardoso. Entonces sus reflejos se tornan rosas, anaranjados, rojos… según la hora, la fecha, el tiempo…

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Dejarse embeber por los colores del Ocejón es una actividad nunca repetida, ya que a cada momento nos sorprende con una nueva paleta de colores.

El Ocejón juega, aparece y desaparece entre las nubes, a veces se cubre por completo y otras solo su cima con las caprichosas formas de las nubes a media ladera.  A veces nevado o de ocre de roble en otoño,  verde de primavera con el acento de la gayuba que tapiza las zonas más altas.

Desde cualquier rincón del valle su imponente presencia protectora se deja sentir, silenciosa y serena para admirar en todos sus tonos del casi negro como el  mineral de su entraña  hasta al rojo que engalana nuestros atardeceres.

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